Ethel y Julius Rosenberg murieron en la silla eléctrica. Mientras miles de norteamericanos rodeaban, en manifestación de estéril protesta, la Casa Blanca, el presidente Eisenhower confirmaba una vez más los trazos abominables del imperialismo norteamericano. Millones de hombres y mujeres en toda la tierra, gentes alejadas de cualquier militancia, representantes de las más diversas creencias religiosas, combatientes del liberalismo democrático y de la revolución socialista, habían tratado, también inútilmente, de advertir a la oligarquía que gobierna Estados Unidos que la humanidad no olvidaría fácilmente el crimen que iba a cometerse.
—Carlos Rafael Rodríguez
A 70 años del injusto crimen, la editorial Ocean Sur publica este volumen en sincero homenaje a los esposos Rosenberg y a todas las víctimas del macarthismo.