[…] aquellas cubanas que subieron casi niñas a la montaña, le vieron el rostro duro a la guerra; caminaron hasta las fronteras del desmayo; se acostumbraron a secar la ropa húmeda sobre sus cuerpos; conocieron el dolor insondable de perder compañeros en contienda; supieron de hambre, de humedad, de frío, de insomnio, y hasta de miedo puro en los instantes previos a un combate con olor a pólvora y a vida quemada.
[…] De tales verdades da fe este libro, a través de las voces de las guerrilleras, y en él también se cuenta que cuando los hombres veían llegar a las Marianas solían afirmar: «Por ahí viene Fidel».
—Alina Perera Robbio