Para conocer de verdad una ciudad hay que caminarla. Aventurarse por sus calles, sentarse en sus parques, hablar con sus habitantes. Una ciudad es mucho más que una postal. Esa actitud del turista poco comprometido, que mira desde la ventanilla del auto o solo visita lugares previamente agendados, garantiza en todo caso una visión parcial. Aunque, pensándolo mejor, todas las visiones son parciales. Incluso las de los que viven en la ciudad, los que «viven» la ciudad. Esa imagen total, integradora, es prácticamente imposible, asumiendo que la urbe es un conglomerado demasiado complejo. Solo el arte la hace de alguna manera dable. La poesía, la música, la pintura… La fotografía, como es el caso. Alejandro Azcuy Domínguez ofrece en este libro imágenes quiméricas, al menos para buena parte de las personas: La Habana desde el aire.