¿Quién fue Rosa Luxemburgo? ¿Quién es Rosa Luxemburgo? Preguntas que aún puede formular alguien que ha estudiado un curso regular de marxismo. Respuesta: Polonia 1871-Alemania 1919; mujer; judía; polaca; crítica sistemática de la oficialidad del Partido Socialdemócrata Alemán —en el que hizo vida política y que siempre le consideró advenediza—; crítica del último de los escritos de Engels[1]; y crítica de concepciones organizativas, tácticas y estratégicas de Lenin, Trotsky, y la Revolución Rusa. Insistente en la necesidad de la democracia y las libertades políticas al interior del Partido y el socialismo.
Ese conjunto, hizo que su nombre, vida revolucionaria, militancia ejemplar, y teoría-propia, distinguible, novedosa en sus fundamentos filosóficos y políticos, fueran quedando en el olvido, o más bien fueran ignoradas sistemáticamente por distintas tendencias de la izquierda, cada una con sus rencores particulares. Sin embargo, Luxemburgo es, junto a Lenin, la otra gran figura del marxismo clásico y la praxis revolucionaria durante las dos primeras décadas del XX.
Rosa Luxemburgo se convirtió en una gran revolucionaria y marxista de su época. Había emigrado hacia Alemania en momentos en que se iniciaba el revisionismo reformista de Bernstein en el Partido Socialdemócrata. Dándose cuenta que esa apuesta reformista distaba mucho del marxismo que ella defendía, empuñó líneas contra Bernstein, y planteó, desde fecha temprana como 1900, que ella apostaba por la revolución y no por la reforma.
La gran organización socialdemócrata alemana, paradigma de toda la Segunda Internacional y el marxismo, se corroía desde fines del XIX. Luxemburgo lo vio, estaba adentro. Tuvo el valor, la inteligencia, y la voluntad para enfrentar la política, la teoría, las personalidades, y los dirigentes, de una organización que parecía entonces ejemplar. Escribió, habló, y actuó, contra la burocracia sindical y partidista, que hacía un fetiche de la legalidad y la democracia burguesa («cretinismo parlamentario»); y contra sus libros sagrados, escritos por quienes se justificaban con el recuerdo de que habían conocido a Engels en Londres y recibido de manera privilegiada su enseñanza. Luxemburgo se enfrentó a Kautsky («ortodoxo») y Bernstein (reformista), considerados a fines del XIX e inicios del XX, continuadores teóricos del marxismo originario, y a los que Engels les había confiado los archivos de su propia obra y la de Marx.[1]
Esta valiente polaca, siendo una joven inteligente, autodidacta y con un elevado nivel de militancia política, fue de las pocas mujeres que logró ingresar en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Varsovia. Su constante activismo, la obligó a salir clandestinamente del país. Su exilio le permitió una formación multidisciplinar de su formación, pues estudió Matemáticas, Ciencias Naturales y Economía en la Universidad de Zürich, ciudad en la que se vinculó a emigrantes alemanes, polacos y rusos.
Allí participó en el III Congreso de la Segunda Internacional. En 1894 fundó el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia (SDKP) y su órgano Clase Obrera. Dos años después colaboró en Die Neue Zeit, dirigido por Karl Kautsky y para 1897 defendió su tesis doctoral «El desarrollo industrial de Polonia. Dos años después publicó Reforma o revolución. En 1904 fue sentenciada a nueve meses de cárcel por «insultos al Emperador».
La mayor parte de su vida transcurrió en Alemania; aunque por periodos más breves también vivió en Francia, Polonia, Finlandia y Rusia. Publicó en Iskra y en Die Neue Zeit. Uno de sus artículos —«Problemas de organización de la socialdemocracia rusa»— polemizaba con las concepciones centralistas de Lenin. En 1905 comenzó sus artículos sobre la revolución en Rusia. En ellos abordó el tema de la huelga política de masas y la revolución permanente.
Por esa época regresó clandestinamente a Polonia. Allí fue arrestada en 1906 y enviada a Finlandia, país en el que se relacionó con dirigentes socialistas —entre ellos Lenin—, y escribió «Huelga de masas, partido y sindicato».
En 1908 publicó artículos sobre «La cuestión nacional y la autonomía», que luego se editaron como libro. En 1912 concluyó La acumulación del capital, publicado al año siguiente. En 1914 fue arrestada por sus discursos pacifistas y condenada a un año de cárcel por el Tribunal de Frankfurt. Desde la cárcel escribió su famoso Folleto Junius —titulado La crisis de la socialdemocracia alemana— y las Tesis acerca de las tareas de la socialdemocracia internacional (1916), que constituyó el Programa de la Liga Espartaco, organización de la cual es fundadora. Junto a los miembros de la Liga se unió al Partido Socialdemócrata Independiente, y con posterioridad participó en la fundación del Partido Comunista Alemán.
Al salir de la cárcel, la vida de Rosa se mantuvo consagrada a la lucha política, teórica y práctica, nacional e internacional. Su activismo la llevó a dirigir y a colaborar en diversas publicaciones socialistas, organizar partidos políticos, ejercer como investigadora de procesos sociales y asociarse al movimiento socialista internacional.
En 1919 fue apresada nuevamente, y junto a Karl Liebknecht, asesinada por un grupo paramilitar.
A partir de 1925, considerada enemiga del movimiento comunista internacional, su obra fue silenciada y escasamente difundida. En la actualidad, cuando han desaparecido los enfoques reduccionistas y guiados solo por la voluntad política de hombres que hicieron más daño que bien al marxismo, su legado teórico se ubica junto al de los marxistas más reconocidos.
Tomado de Contexto Latinoamericano