La cueca, danza nacional de Chile, representa el coqueteo entre una mujer y un hombre. Violeta Zúñiga, de ochenta y un años, de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, relata cómo la ha bailado sola durante décadas, inclusive frente a La Moneda, el palacio de gobierno, como símbolo de su cruzada.
Este libro recoge una colección de testimonios de la impunidad y el desamparo: la voz de viudas, hermanas e hijas de detenidos-desaparecidos y ejecutados políticos por agentes de la dictadura de Augusto Pinochet, cuyas vidas se consagraron a la búsqueda de una verdad y justicia que todavía no encuentran. Doña Carmen Vivanco, de noventa y ocho años, testimonia cómo persiste en la búsqueda de cinco familiares: marido, hijo, hermano, cuñada y sobrino. La cueca sola contribuye a mantener viva la «memoria del mal», en palabras de Tzvetan Todorov, y a transmitirla a las nuevas generaciones para evitar que resurja el terrorismo de Estado.