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Poesía revolucionaria chilena. Desde el sacrificio de Allende a la resistencia poética


Poesía revolucionaria chilena reúne obras de poetas que lucharon y luchan contra la dictadura y sus secuelas, como la impunidad y el neoliberalismo. Algunos de los poetas antologados son: Guido Eytel, Bernardo Reyes, Carmen Berenguer, Tomás Harris, Clemente Riedemann, y Pedro Lemebel.
Poesía revolucionaria chilena. Desde el sacrificio de Allende a la resistencia poética

El autor de este ensayo y antología rescata una concepción de la poesía como un enunciado que es emitido en forma oral, escrita o a través de acciones, cuyo sentido último en la mente del destinatario resulta de una relación dialéctica forma/contenido/contexto. Así, la muerte de Allende en La Moneda es un acto poético en el que la unión inseparable de sus palabras y acción, en medio de un épico combate, connota un símbolo de resistencia, una arenga y una profecía. Allende convoca un futuro: «se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre»; y su poema se instituye como el paradigma de la poesía revolucionaria.

Poesía revolucionaria chilena reúne obras de poetas que en los exilios interno y externo —y en la actualidad— lucharon y luchan contra la dictadura y sus secuelas, como la impunidad y el neoliberalismo.

Los poetas antologados son: Guido Eytel, Bernardo Reyes, Carmen Berenguer, Tomás Harris, Clemente Riedemann, Pedro Lemebel, Elikura Chihuailaf, Guillermo Riedemann, Jorge Montealegre, José Ángel Cuevas, Juvenal Ayala, Alejandro Lavquén, Adriana Paredes Pinda, Rosabetty Muñoz, Carmen Andrea Mantilla, Yasmín Fauaz Núñez (Grandchester) y Juan Jorge Faundes.

Dos generaciones de poetas fueron las más significativas en el ejercicio de una literatura y poesía de resistencia en Chile. La llamada Generación Literaria de 1960, formada por narradores y poetas que nacieron entre los años 1936 y 1945 y comenzaron a publicar preferentemente entre 1966 y 1973. Según el sitio Memoria Chilena, de la Dirección de Archivos, Bibliotecas y Museos de Chile (DIBAM), pertenecen a esta generación Antonio Avaria, Floridor Pérez, Roberto Baeza, Poli Délano, Luis Domínguez, Ariel Dorfman, Carlos Olivárez, Eugenia Echeverría, Manuel Miranda, Guido Eytel, Fernando Jerez, Ramiro Rivas, Antonio Skármeta, José Leandro Urbina y Mauricio Wacquez.

La otra generación relevante fue la Generación de la diáspora y el exilio interno, que según Memoria Chilena de la DIBAM comenzó su actividad tras el golpe de Estado de 1973 y estuvo —al igual que su predecesora— fuertemente marcada por este hecho histórico, hasta el punto que se puede, sin exagerar, hablar de esta fecha como un verdadero momento de inflexión en la poesía chilena, que debió enfrentar nuevas condicionantes para su quehacer. Pertenecen a esta generación Rodrigo Lira, José María Memet; Juan Luis Martínez, Jorge Montealegre; Teresa Calderón, Soledad Fariña y Eugenia Brito, Tomás Harris y Elicura Chihuailaf; Clemente Riedemann, Carlos Alberto Trujillo Raúl Zurita, Diego Maquieira, Elvira Hernández y Alejandra Basualto, Eduardo Llanos, Alexis Figueroa, Paulo de Jolly, Jorge Torres, y Erick Pohlhammer.

Hay más nombres significativos: Carmen Berenguer, Hernán Miranda, José Ángel Pepe Cuevas, Guillermo Riedemann (Esteban Navarro), Bernardo Reyes, Leonel Lienlaf, Gustavo Adolfo Becerra, Rosabetty Muñoz, Elvira Hernández, Juan Pablo Riveros, Pedro Lemebel, Jaime Huenún, Adriana Alejandra Paredes Pinda, Juan Cameron, Juvenal Ayala, entre otros. Yasmín Fauad Núñez (Grandchester) y Carmen Andrea Mantilla pertenecen las generaciones que publican a fines de los noventa y en las primeras décadas del presente siglo.

En la antología, el acento estuvo en el ejercicio de una poesía de resistencia durante la dictadura y de poemas que tuvieran una función crítica en los años de la transición y en el presente. No pretendió ser exhaustiva ni menos totalizante, sino dar cuenta y mostrar algunos ejemplos de una poesía que durante el régimen pinochetista usó los poemas como arma política. Los requisitos de esta poesía revolucionaria son su propósito y efecto subversivo, por su contenido, por su forma y por su capacidad de impacto, principalmente en los sentimientos y pensamientos hegemónicos.