Una de las principales características de la crónica periodística es la temporalidad. De hecho, por todas y todos es bien cono-cido que la palabra «crónica» debe su origen etimológico a Chronos, Dios de las Edades y personificación del tiempo en la mitología griega. Por tanto, la crónica describe textualmente lo que pasa en el devenir, en el tiempo. En otras palabras, es una narración, cuenta una historia.
Otro rasgo distintivo de la crónica es su multiplicidad. En ella coinciden otros géneros periodísticos (el reportaje, la entre-vista, la crítica y la semblanza) y también convergen varios tipos de organización textual o discursiva, como la narrativa, la argumentación, la descripción y la explicación. Asimismo, ese carácter múltiple se expresa en ese crisol de tópicos que en un solo texto deben coincidir armoniosamente para mostrar un panorama completo sobre lo que se escribe.
Por último, un aspecto de la crónica periodística es su brevedad. Su limitada extensión obliga al redactor a contar esa historia, con múltiples temas, recursos y formas lingüísticas, en un reducido espacio textual. Se trata de una concisión que no debe atentar contra la veracidad y la calidad, sino, al contrario, exige al periodista un uso estratégico de los recursos literarios a su alcance.
Ahora bien, si los textos son representaciones del mundo y una buena crónica cuenta una historia, tiene multiplicidad y es concisa, nada mejor que el mundo representado sea ya en sí mismo una crónica. La República de El Salvador, en Centro-américa, en un país histórico al que le sobran las narraciones que contar; es múltiple, porque en él convergen una oceánica variedad de manifestaciones culturales (gastronomía, tradicio-nes, paisajes); y, además, todo eso sucede o manifiesta en un reducido espacio de 21 000 kilómetros cuadrados.
El Salvador de las ricas pupusas, de la poesía y de la prosa comprometida de Roque Dalton, de los cuadros y relatos de Salarrué, de las alfombras coloridas que adornan las calles de los pueblos en Semana Santa, del heroico pasado Maya-Pipil, es un país del tamaño de sus crónicas periodísticas. Un redu-cido territorio geográfico, inmenso en historia, tradiciones y expresiones culturales, cuya grandeza y variedad debe escul-pirse textualmente en tan solo unos cuantos caracteres sin dejar nada por fuera. Un enorme reto para un periodista-cronista-escritor.
Las crónicas de este libro que presenta Ocean Sur sobre la cultura salvadoreña, escritas por el periodista cubano Carlos Morales, corresponsal de Prensa Latina en el país centroameri-cano, superan con creces este difícil desafío escritural. Charly, como lo conocen sus «compas» y colegas, sin esfuerzo o artilugios innecesarios, demuestra su destreza como observa-dor, analista y escritor, nos pide acompañarlo en su paso por ese mundo maravilloso y nos hace testigos de esa rica experien-cia en un conjunto de textos breves, en los que describe toda la magnitud, riqueza y esplendor de la cultura salvadoreña.
En conjunto, se trata de un auténtico viaje de sensaciones, en el que podrán apreciar la gastronomía, los paisajes, las tradiciones ancestrales y el legado cultural de un pequeño país, inmenso en historias, olores, sabores, texturas y colores, los cuales nos
muestra magistralmente Charly en cada una de las crónicas que leerán gustosamente a continuación.
Antonio Núñez Aldazoro
Periodista, académico y diplomático venezolano