Desde las modestas filas del medio Cubainformación, herramienta del Movimiento de Solidaridad con Cuba, llevamos 15 años en la batalla comunicacional en defensa de la Revolución cubana. No es fácil combatir, en desigualdad absoluta de fuerzas, frente al bombardeo diario de mentiras, verdades instaladas, fetiches, clichés y varas dobles de medir que distorsionan, hasta lo grotesco, la realidad de la Isla. El poder corporativo, la burguesía propietaria de los grandes medios, martillea así a la opinión pública internacional, para posicionar, como marca de agua, una matriz de partida: que Cuba es una dictadura y su modelo socio-económico genera pobreza y atraso. Es lo que se llama, habitualmente, “guerra mediática”, inserta a su vez en la estrategia de guerra psicológica que lleva a cabo contra la Isla, desde hace décadas, la Comunidad de Inteligencia de EEUU.
Esta guerra mediática contra Cuba, hasta hace bien poco, golpeaba las mentes y los corazones de la opinión pública internacional: la de EEUU, la de Europa, también la de América Latina. Pero mucho menos la opinión pública interna de Cuba. En los últimos años, sin embargo, se ha producido en la Isla un rápido desarrollo de Internet y de las redes sociales digitales, proceso ralentizado –por cierto- no por una decisión institucional de La Habana, sino por el propio bloqueo tecnológico impuesto por Washington. Este desarrollo y apertura ha facilitado, que en estos últimos tiempos, la estructura ya existente de medios digitales contrarrevolucionarios, creados y mantenidos, de manera artificial, por las subvenciones USAID y NED del Gobierno de EEUU, haya comenzado a impactar, de manera creciente, en ciertos segmentos de la población cubana.
¿Y qué ocurrió el pasado verano de 2021? Que la asfixia brutal de la economía cubana, mediante más de doscientas nuevas sanciones impuestas por Donald Trump, más la volatilización de ingresos por turismo y exportaciones, debido a la pandemia, llevaron al límite la situación de penurias materiales y desabastecimiento de la población en la Isla. Y en aquel escenario de oportunidad política, el enemigo no dudó. Lanzó un gigantesco bombardeo comunicacional, aprovechando la estructura de medios digitales citados. Así se produjo el 11 J.
Analizadas desde la sociología fría, aquellas protestas –fueran violentas unas, pacíficas otras- no pueden catalogarse como una “sorpresa”. Se dieron –y se siguen dando- todos los ingredientes sociales para ello. Pero sí sorprendió el hecho de ver a cientos de personas jóvenes que, traspasando su legítimo derecho a manifestar un malestar objetivo, le hicieran el juego -¿por ignorancia, por irresponsabilidad, por determinismo social?- y se sumaran a las filas de sus propios enemigos y verdaderos generadores de sus carencias y limitaciones: el gobierno yanqui y la Mafia de Miami.
De igual forma, nos sorprendieron también muchos elementos positivos. La movilización, desde formatos nuevos, de jóvenes antiimperialistas, igual de golpeados en sus condiciones de vida que quienes vertieron su ira contra las propiedades públicas y contra el Estado cubano. Y la irrupción de figuras intelectuales jóvenes del país que, de inmediato, en momentos extremadamente peligrosos, en fechas en que se pedía, una vez más, desde Miami, la intervención militar, asumieron un papel valiente, decidido, en defensa de la soberanía de su país, llevando al mundo la denuncia de una operación de injerencia y desestabilización similar a las perpetradas en otros países díscolos del imperialismo: un golpe de estado “suave” adaptado a las circunstancias de Cuba.
Una de estas figuras intelectuales jóvenes es Karima Oliva Bello, que ahora nos presenta el libro “Cuba en contexto”, un ejercicio de reflexión para el combate, frente a la desinformación, la imposición ideológica y cultural, el pensamiento líquido y el oportunismo político.
Un libro que no rehúye los temas más complejos de su país, y que aborda de manera frontal conceptos robados, desde el Poder, a los procesos emancipadores como el de la Revolución cubana: democracia, diversidad, libertad, pluralidad, derechos humanos…
Estamos ante un material educativo, que nos acerca a la realidad que debemos conocer, en sus aristas, matices y conflictos, para nuestro ejercicio de lucha desde la solidaridad con Cuba. Una lucha que debe ser ejercida, no desde dogmas, manuales caducados y fotografías congeladas, sino con las manos y los pies metidos en el barro de la realidad cubana de hoy. Sabiendo, en todo momento, que estamos en una guerra. Y que debemos disparar, afinando la puntería, desde la misma trinchera que milicianas inclaudicables como Karima Oliva Bello.
Tomado de Cubainformación